El lecho donde antaño hubiera un fuego
Ardiendo en el fulgor de su presencia,
En páramo ha mudado sin candencia,
Cenizas ya la leña de su apego.
Y eleva, sin abrigo, al cielo un ruego
Ungido de unas lágrimas que, apenas,
Entibian la cellisca, a manos llenas,
De ausencia que, en su sangre, ha penetrado,
Dejándola a merced del cruel bocado
Del lobo solitario de sus penas.
Autor Rafa León
1 comentario:
Sigo haciendo mis deberes. Ahora metido a farero.
Abrazos.
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